martes, 29 de noviembre de 2011

La Revolución Egipcia Vuelve a las Calles

27/11/11- Entrevista a Mustafa Omar

* Mustafa Omar es miembro de los Socialistas Revolucionarios de Egipto y periodista de la publicación electrónica egipcia en inglés Ahram Online (http://english.ahram.org.eg/). La entrevista de Lee Sustar fue publicada en Socialist Worker.

La represión policial contra una sentada de unas 100 personas en la Plaza Tahrir el pasado 19 de noviembre se ha convertido en un desafío de masas contra la junta militar egipcia. Cientos de miles de manifestantes han vuelto a ocupar las calles de El Cairo, Alejandría e Ismailía, exigiendo el fin del régimen militar.

A una semana de la convocatoria electoral constituyente, la dimensión de las manifestaciones es comparable con las que acabaron en enero y febrero con el régimen de Mubarak. Tras varios días de represión brutal, que han causado al menos 41 muertos, el gobernante de facto de Egipto, el Mariscal Mohamed Hussein Tantawi, ha prometido una transición en favor de un presidente civil electo en julio, seis meses antes de la fecha anunciada por la Junta militar. Ante la dimensión de las manifestaciones populares y la brutalidad de la represión, la Administración Obama, principal garante de la Junta militar, ha pedido que se dote ya al nuevo gobierno provisional de poderes reales.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) ha hecho también otras concesiones, prohibiendo la participación en las elecciones de antiguos cuadros del Partido Nacional Democrático (PND) de Mubarak. Entre tanto, el gobierno civil provisional, dirigido por el primer ministro Essam Sharaf, ha dimitido el 21 de noviembre bajo la presión del movimiento de masas. Kamal al Ganzuri, que ya fue primer ministro con Mubarak y tiene 78 años, ha sido designado por los militares para formar el nuevo gobierno.


Tantawi se ha negado, sin embargo, a retirar las condiciones de la Junta militar a la nueva Asamblea Constituyente, entre ellas el control del ejercito sobre su presupuesto y su papel de arbitro político. Ha llegado, asimismo a un pacto con los Hermanos Musulmanes, que no han participado como organización en la movilización popular y esperan ganar las elecciones este lunes.

--¿Qué ha desencadenado esta nueva crisis en Egipto?

La causa inmediata ha sido el incidente del pasado sábado 19 de noviembre, cuando la policía disolvió una sentada de no más de 100 personas en el centro de la Plaza Tahrir. La mayor parte de ellos ya habían sufrido la represión en el levantamiento del 25 de enero que provocó la caída de Mubarak.

La sentada había sido precedida el día anterior por una gran manifestación, mayoritariamente islamista, que exigió al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que entregase el poder a una administración civil antes de mayo de 2012. No hubo problemas ese día. Pero un dirigente islamista, un conservador salafista, desconvocó la sentada que habían programado a continuación y solo unas cien personas del sector laico pasaron la noche en la plaza. A la mañana siguiente la policía cargó contra ellos y los echo de la plaza.

Pero miles de personas respondieron volviendo a la plaza Tahrir. El día 20 ya había decenas de miles de personas, que expulsaron a su vez a la policía. Y fue ello lo que provocó el pulso político que tuvo lugar después.

El segundo elemento a tener en cuenta ha sido la coincidencia estas últimas tres semanas de una serie de protestas contra el régimen militar y las cortes marciales contra civiles. No fueron protestas masivas, solo de unas 2.000 a 5.000 personas en el mejor de los casos. Pero fueron acumulando fuerza, como un indicio de que podían acabar convirtiéndose en algo más importante.

En las últimas semanas ha sido perceptible como crecía el sentimiento de autoconfianza entre militantes y familias de los encarcelados en las cárceles militares a la espera de ser juzgados por las cortes marciales. Ahora es evidente que fue un proceso que acabó en la vuelta a la plaza y el enfrentamiento con la policía para quedarse en ella.

El motivo subyacente es que el gobierno provisional y el CSFA han fracasado miserablemente a la hora de llevar a cabo cualquier reforma social o económica que mejorase en estos nueve meses la calidad de vida de la gente. No han subido el salario mínimo, como prometieron en marzo, y han sido incapaces de establecer ningún sistema de control de precios de los alimentos básicos.

De hecho, en los últimos cinco meses, el CSFA no solo no ha intentado ninguna reforma económica seria, sino que, poco a poco, ha intentado restablecer el aparato represivo de Mubarak. Los militares han intentado restablecer la autoridad de la policía. Las Fuerzas de Seguridad Centrales, el corazón del aparato represivo de la policía, ha vuelto a actuar a su antojo contra huelguistas, sentadas y cualquier otra forma de protesta.

Así que, en vez de llevar a cabo algún tipo de reforma significativa, el CSFA reprime todas las manifestaciones, protestas y huelgas. Y, aunque promete que no permitirá que el PND de Mubarak participe como tal en las elecciones, antiguos miembros del PND han constituido hasta ocho partidos nuevos. En otras palabras, el CSFA esta reconstruyendo a su antojo el mapa político con los restos del PND, facilitando que vuelvan al parlamento.

--¿Cuál ha sido ha reacción popular?

Una mayoría de los que hoy se manifiestan muy probablemente apoyaron al CSFA en febrero, convencidos de que se había colocado al lado del pueblo y comenzaría a desmantelar el aparato del régimen de Mubarak. Ha costado nueve meses de frustraciones ante la política económica y la represión del régimen militar cambiar esa actitud inicial. Muchos jóvenes y muchos trabajadores que confiaron en el CSFA han tomado conciencia desde febrero.

Hay otro motivo para la ira popular: el que los partidos liberales e islamistas estén intentando encontrar la manera de compartir el poder con el PND y el CSFA mediante las elecciones parlamentarias y presidenciales. La conciencia popular de la realidad cambiaba por lo tanto bajo la apariencia de estabilidad, pero la gente no tenía aún confianza para oponerse luchando. Pero de pronto, de manera inesperada, una oleada tras otra de gente ha vuelto a salir del silencio impuesto estos meses y la desmoralización se ha convertido en autoconfianza.

--¿Cuál es la actitud de los partidos islamistas frente al gobierno provisional y el CSFA? ¿Cómo han reaccionado ante la nueva ola de movilizaciones?

Los grupos islamistas han apoyado al CSFA y han declarado una y otra vez que no criticarán al ejercito ni a la Junta militar. Los Hermanos Musulmanes, especialmente, han participado en muchos conflictos sociales para contenerlos, y en el caso de huelgas, para romperlas. Los Hermanos Musulmanes intentaron romper dos huelgas de médicos en la primavera y el
verano. Han apoyado al CSFA al 100%.

Hasta que el CSFA anunció que controlaría el proceso de redacción de la nueva Constitución y que se reservaba poder de veto sobre cualquier legislación que afectase al ejército, y que su presupuesto seguiría siendo secreto. El debate sobre este tema duró todo un mes y abrió una brecha entre los islamistas y el ejército.

Los islamistas tenían miedo a su vez que el ejército impidiese que se incluyeran en la Constitución toda una serie de artículos introduciendo la Sharia, la jurisprudencia islámica. Fue esto lo que motivó la protesta del viernes 19 de noviembre: el intento de los Hermanos Musulmanes de presionar al CSFA para que acepte en la Constitución la Sharia.

El viernes, los islamistas exigieron al CSFA que entregase el poder a una administración civil no más tarde de abril. El martes, la principal consigna en la Plaza Tahrir era: "¡Dimisión inmediata del Mariscal!". La rabia comenzó a dirigirse contra los propios dirigentes islamistas. Uno de ellos, candidato presidencial, fue golpeado en la Plaza. Y el numero dos
en la jerarquía de los Hermanos Musulmanes fue obligado a abandonarla.

Lo que surgió fue un nuevo movimiento de masas...en 72 horas. Esta creando una brecha entre miles de jóvenes partidarios de los Hermanos Musulmanes y la dirección de la hermandad. Muchos jóvenes islamistas se han sumado a las manifestaciones en contra de las ordenes expresas de su dirección.

En la Plaza Tahrir ahora hay liberales, independientes, izquierdistas e islamistas. Lo que crea divisiones en el bloque islamista. Los pobres y los trabajadores islamistas sienten que tienen que volver a la Plaza para defenderla de la brutalidad policial. El martes 22 de noviembre había más de un millón de personas en las calles de El Cairo y decenas de miles más en todo el país, todo ello sin aviso previo 48 horas antes.

--¿Qué papel ha jugado Estados Unidos en esta crisis?

Funcionarios de EE UU han estado en contacto permanente y negociando con los Hermanos Musulmanes. Han afirmado que estaban trabajando a favor de un gobierno de coalición de los Hermanos Musulmanes, antiguos miembros del PND de Mubarak y algunos liberales. Las elecciones fueron diseñadas para que el resultado fuera un parlamento prácticamente igual al de Mubarak. EE UU y el CSFA estaban convencidos de que habían estabilizado la situación y que habían segado la yerba bajo los pies del movimiento revolucionario.

Esta es la razón de la brutal intervención de la policía el sábado pasado para disolver la sentada, como han hecho en muchas otras ocasiones. Abre algunas cabezas, rompe algunos huesos… con eso bastaba. No esperaban el aluvión de ira y la decisión de luchar que provocaron.

Parecía que los islamistas estaban dispuestos a formar un gobierno de coalición con el consentimiento del CSFA. Pero ahora, toda la correlación de fuerzas ha cambiado. En solo 48 horas el movimiento ha sido capaz de imponer una de las reivindicaciones que más ha defendido en estos nueve meses: la prohibición de que los antiguos miembros del PND puedan participar en las elecciones en los próximos cinco años, aun cuando muchos de ellos figuran en las listas de la convocatoria que tendrá lugar en una semana.

Y lo que es más importante, el CSFA se ha visto obligado a suspender las investigaciones militares sobre la actuación de la policía militar y referir todos los casos a los fiscales civiles. Esta era una reivindicación central desde el 9 de octubre, cuando la policía militar masacró a un grupo de la policía civil durante una manifestación de cristianos coptos.

--¿Cómo han podido los manifestantes reocupar la Plaza Tahrir a pesar de la represión?

Hoy es martes 22 de noviembre y hay millones de personas en la Plaza Tahrir, que se manifiestan pacíficamente. Pero las calles circundantes han sido el escenario de una dura batalla que se prolonga durante 72 horas.

Una de las calles que sale de la Plaza Tahrir, cerca del viejo campus de la Universidad Americana, parece un campo de batalla de la I Guerra Mundial. Miles de policías intentan defender el Ministerio del Interior. Disparan gases contra la multitud cada cinco minutos, y así llevan cuatro días, gracias al aprovisionamiento de material antidisturbios que les llega de EE UU. También disparan balas de goma.

Pero no es la brutalidad policial de siempre. Tras el primer ataque de la policía el domingo por la mañana, volvieron a cargar a las 17:00 pm, cuando ya había 30 o 40 mil personas en la Plaza. Pero esta vez volvieron acompañados de la policía militar y fue cuando comenzó la masacre. La gente murió como consecuencia de las balas de goma y de munición real. Fue
consecuencia de una estrategia policial de utilizar franco-tiradores de las Fuerzas de Seguridad Centrales. Los médicos declararon que las heridas de bala estaban concentradas en la cabeza y el cuello de las víctimas.

La policía recogió los cadáveres de los asesinados y los colocó en filas en las aceras. Arrastraron uno de los cadáveres más de 40 metros y lo arrojaron a un gran cubo de basuras. En otra parte de la Plaza golpeaban con palos las cabezas de las victimas para asegurarse que estaban muertos. Para mucha gente fueron escenas de terror peores que las que habían sufrido con Mubarak.

La actitud de la policía militar cambió la opinión pública. Fue un auténtico choque para la gente, que creía que los peores días de Mubarak ya no volverían. Quizás no les gustaba el CSFA, pero al menos creían que era mejor que Mubarak. Ahora la gente dice: "No tenemos 1 Mubarak, sino 16 Mubaraks", porque 16 son los componentes del CSFA.

--¿Cuál es la composición social de los manifestantes en la Plaza Tahrir?

Es muy similar a la de enero y febrero, aunque hay menos clase media y más trabajadores. La mayoría de los que han muerto a manos de la policía son pobres, jóvenes obreros, que venían de los barrios de chabolas, jóvenes sin esperanza a los que no se ha hecho el menor caso durante años.

Uno de los asesinados era un joven que ayudaba a una chica a romper los adoquines para tirar piedras a la policía. Le llegó a decir: "no tengo educación ni futuro. La policía acabará conmigo cualquier día en todo caso. Moriré aquí. Pero vete tú, que tienes educación y puedes ayudar al movimiento".

Si esta movilización continúa, más jóvenes islamistas y salafistas se unirán a la lucha. Muchos de los médicos que atienden a los heridos son Hermanos Musulmanes que dicen que han venido a la plaza por motivos de conciencia.

--Hay quién ha defendido la posibilidad de una huelga general como el próximo paso. ¿Crees que es posible?

En septiembre estuvimos muy cerca de que fuera posible, cuando se convocó una huelga general de maestros, la primera desde 1951, coincidiendo con una huelga de conductores de autobús en El Cairo, que duró veinte días, y dos grandes huelgas generales de médicos de la seguridad social pública. Llegó a haber más de 750.000 trabajadores en huelga en sectores claves de la economía en algunos momentos del mes de septiembre. Mucha gente en la izquierda pensó que se acabaría produciendo una huelga general.

Pero las huelgas no tuvieron éxito, aunque tampoco fueron derrotadas. Mucha gente se desmoralizó. los trabajadores no están aun bien organizados para enfrentarse al CSFA. En la actualidad, no es la policía la que viene a romper o reprimir las huelgas, sino el ejercito directamente.

En este momento no están teniendo lugar huelgas masivas, aunque continuamente hay paros y conflictos en las empresas. Pero las últimas 72 horas han generado una importante autoconfianza en la gente para enfrentarse al CSFA. El numero de sindicatos independientes ha pasado de 90 a 250 desde el verano. Pero aunque hay bastantes sindicatos, no hay una organización política de la clase obrera en el país.

--¿Cual es el siguiente paso? ¿Podrán celebrarse las elecciones en la fecha prevista?

Los últimos cinco meses han sido un período de reflujo del movimiento revolucionario, a pesar de las huelgas y de la situación pre-huelga general de septiembre, que he descrito. El CSFA ha tenido la iniciativa y el movimiento estaba desmoralizado. Pero la situación ha cambiado de pronto.

¿Pueden celebrarse las elecciones dentro de 5 días? La batalla continúa. Pero ya ha sido un gran triunfo la caída del gobierno provisional de Essam Sharaf. Sharaf había prometido ser el primer ministro de Plaza Tahrir, pero llenó su gobierno de antiguos políticos del PND con excepción de tres o cuatro carteras.

La consigna popular del momento es un gobierno de unidad sin gentes del PND. Las negociaciones buscan la formación de un gobierno con islamistas, liberales y quizás alguna figura de la izquierda. Si llega a formarse, el nuevo gobierno provisional actuará en circunstancias muy distintas al anterior. La gente dice que cuando puso en el gobierno a Sharaf en marzo, le dio un cheque en blanco e intentaron acabar con la revolución. Esta vez serán responsables ante el movimiento.

No se trata de una mera manifestación contra el CSFA. El nivel de conciencia es muy superior que en los últimos meses.

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