Introducción
Virgulino Ferreira da Silva, o Lampião, nació el 4 de Junio de 1898, en Passagem das Pedras - en “Sierra Colorada” - hoy en día llamada ”Serra Talhada”, en el estado de Pernambuco. Fue el tercer hijo de José Ferreira y María Sulena da Purificação.
Para algunos un héroe, para otro tan sólo un criminal convertido en mito por los desposeídos que, debido a la falta de resistencia de aquellos que estaban marginados y de los actos criminales que cometían quienes tenían dinero y medios, depositaron en Lampião la esperanzas de igualdad.
Vamos adentrarnos un poco más en el origen del movimiento, las causas y consecuencias, para que cada uno pueda a partir de este resumido texto, comenzar a conocer sobre este personaje de la historia brasilera y formar su propia opinión que lo ponga en una u otra vereda.
Cangaço
Fue un fenómeno que tuvo lugar en el noreste brailero a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Un movimiento de lo que algunos denominan “Bandalismo Social” que duró desde 1870 y hasta 1940, cuando fue finalmente Getúlio Vargas, en nombre del régimen denominado “Estado Novo”, ordenó sofocar cualquier foco de desorden que se diera en el territorio brasilero.
El movimiento de Cangaço se caracterizaba por los asaltos a las haciendas, secuestros de coroneles y saqueos de arsenales. Era un movimiento que actuaba, como luego hicieron las guerrillas, sin morada fija, moviéndose constantemente por el “sertão” en el noreste brasilero
Origen del Cangaço
Desde el siglo XVIII, el centro dinámico de la economía brasilera fue llevado hacía la zona sur de Brasil. Esto agravó cada vez más las desigualdades sociales del Noreste. Como consecuencias de la impresición de los límites geográficos entre las haciendas y las rivalidades políticas entre los dueños de las haciendas, surgieron las relaciones entre los Vaqueros y los dueños de las haciendas, basadas en la fidelidad de los primeros que defendían con armas los intereses de sus patrones a cambio de trabajo, comida y casa. Esto originó luchas entre familias poderosas que se convirtieron en guerras entre ejércitos particulares.
Con la proclamación de la república en 1889, se implató en Brasil el régimen federalista, que concedió una amplia autonomía a las provincias, fortaleciendo las oligarquías regionales. El poder de esas oligarquías de coroneles se fortaleció aún más con la política de los gobernadores iniciada por Campos Sales (1899-1902). El poder del coronel era medido por el número de aliados que tenía y por el tamaño de su ejército particular de “jagunços”*
Este fenómeno se desarrolló en todo Brasil, pero en los estados más pobres, Ceará, Paraíba y Río Grande do Norte, los coroneles no eran lo suficiente ricos y poderosos como para impedir la formación de bandos armados independientes. En ese contexto nació y prosperó el bando de Lampião, alrededor de 1920, coincidiendo con la crisis de la República Velha.
El verdadero motivo de Lampião
Lo que llevo a Lampião al cangaço fue una lucha entre vecinos. Cerca de la hacienda del padre de Lampião, estaba la de Saturnino. Entre estas no había una cerca limitadora. Cuando Satrunino murió, su hijo asumió el comando de la hacienda y ahí comenzaron las peleas que terminaron con la muerte de su padre por parte de jefes políticos.
Muchos aseguran que el motivo de su ingreso en al Cangaço fue el deseo de venganza por la muerte de su padre. Otros dicen que Lampião ya formaba parte de las tropas de cangaceiros cuando su padre fue asesinado.
Lo cierto es que Virgulino se unió en 1924 al bando de cangaceiros liderado para ese entonces por Chico Pereira, para convertirse rápidamente en su líder.
Como actuaban
Según aparece en algunos textos, el bando del más temido de los cangaceiros, entraba cantando en las ciudades y pueblo. Con sombreros en forma de media luna, adornados con monedas de oro y plata y ropas de cuero, los bandidos llegaban a pie pidiendo dinero, comida y apoyo. Si la población se negaba a dárselos, secuestraban a sus los niños, violaban a sus mujeres y herían a los hombres con puñales. Pero si el pueblo le daba el apoyo solicitado, Virgulino Fereira da Silva, “Lampião”, organizaba un baile y distribuía limosnas.
A la mañana siguiente, antes que los “soldados de la volante” ** llegaran, el bando partía en fila india, todos pisando en la misma huella. El último iba de espaldas, borrando el rastro con follaje.
Fue así que por casi tres décadas, vagando por siete estados, Virgulino sembraba terror y muerte en el “sertão”. El fracaso de las operaciones preparadas para capturarlo y as recompensas ofrecidas quien lo matase, sólo aumentaba su fama. Admirado por su valentía, el facineroso, acabo convirtiéndolo en héroe.
Fue así que por casi tres décadas, vagando por siete estados, Virgulino sembraba terror y muerte en el “sertão”. El fracaso de las operaciones preparadas para capturarlo y as recompensas ofrecidas quien lo matase, sólo aumentaba su fama. Admirado por su valentía, el facineroso, acabo convirtiéndolo en héroe.
En 1931, el diario New York Time llegó a presentarlo como el Robin Hood de la “CAATINGA”, que robaba a los ricos para darles a los pobres. El mismo Lampião, era tan vanidoso, al punto de sólo usar perfume francés y de distribuir tarjetas de visitas con su foto. Le gustaba también entrar en los pueblos tirando monedas. Era un gran estratega y a pesar de ser perseguido, el gobierno lo nombro capitán del ejército y lo proveyó de armas y uniformes para combatir a las columnas de Prestes en 1926
A pesar de esta descripción favorable, Lampião y su bando actuaban de manera violenta y sanguinaria. Mataba a sus enemigos clavándoles largos puñales entre la clavícula e el cuello. Secuestraban chicos, prendían fuego las haciendas, exterminaban rebaños de ganado, violaban de manera colectiva, torturaban, marcaban el rosto de las mujeres con fierros calientes. Entre las historias que se cuentan, antes de fusilar a uno de sus propios hombres, lo obligó a comer un kilo de sal. Asesinó a un prisionero en frente de la mujer que imploraba perdón. Lampião arrancó ojos, orejas y lenguas de sus enemigos, sin la menor piedad. Perseguido vio morir a tres de sus hermanos en combate y fue herido en seis ocasiones.
Es imposible hablar de Lampião, sin al menos hacer mención de María Bonita, quien dejó a su primer marido para unirse a los cancaceiros y para acompañar a Virgulino hasta el día de su muerte.
Su muerte
En 1938, Lampião hace una incursión al agreste alagoano y se esconde en “Grota do Angico”, en Sergipe. La policía alagoana, informada del escondite donde se encontraba Virgulino organizó una emboscada liderada por el teniente João Bezerra da Silva, junto al Sargento Ancieto Rodrigues.
A las cuatro de la mañana del 28 de julio de 1938, dieron el golpe que no duró más de minutos. Aproximadamente 40 cangaceiros consiguieron escapar. Lampíão y otros diez cayeron. Su esposa María bonita fue decapitada cuando todavía estaba con vida.
Sus cabezas fueron exhibidas de forma macabra para que el pueblo crea que uno de sus héroes habían muerto y para desalentar la formación de nuevos bandos. Con la muerte de Lampião, murió el movimiento de los cangaceiros.
Virgulino escribió con sangre la historia del cangaço en el noreste brasilero, fue el bandido más admirado de Brasil, considerado en algunas ocasiones un noble bandido. Formó parte de la cultura del país. Su historia fue contadas en telenovelas, libros y películas que aumentaron su misticismo de Héroe-Bandido.
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